La suerte y su papel en la Protección Civil

Guillermo Robledo
Presidente de la Alianza de Paramédicos y Rescatistas del Estado de Guanajuato.Consultor y Capacitador en Protección Civil.
01.04.2021 Mex

Calzones rojos, una pata de conejo, un ojo de venado, una herradura, un trébol de cuatro hojas, un listón rojo en las embarazadas, un gato Maneki, un atrapa sueños, un Budai (Buda gordo), una medalla de san Benito Abad, la Santa Cruz, "hacer changuitos", tocar madera, echar monedas en fuentes, entre otros amuletos, son de uso común en millones de personas que conocemos, para atraer la buena fortuna o ahuyentar la mala. Por el contrario, romper un espejo, pasar por debajo de un escalera, pasar frente a un gato negro, el martes y viernes 13, derramar sal, levantarse con el pie izquierdo, el mal de ojo, etc. auguran mala fortuna durante el resto del día o al menos 7 años (!!). Y tampoco, no pocas personas que conocemos, creen en estas maldiciones. De hecho la mayoría de la gente y de nuestros conocidos son supersticiosos, unos más que otros por supuesto, unos muy discretos otros bastante impresionantes, y al ser mayoría es lo normal que no extrañan dichas creencias.

Así como recitaba Buda hace 2500 años, mi tía Concha me decía cuando era chico que, "el hombre sufre por tres cosas: por dinero, por salud o un amor atolondrado". Los amuletos, oraciones y rituales, están relacionados directamente con esas tres cosas, la buena o mala suerte que tengamos en ellas. La suerte es en una acepción conmensurable con lo anterior, un suceso que era improbable e inesperado por el observador o receptor, para bien o para mal, en función de su fe y acciones morales. En donde esa probabilidad incrementa o reduce según los talismanes o acciones predichas que hagamos.

O sea si te atropella un carro puede ser por mala suerte, y si sobrevives, tuviste buena suerte (lol).

Este aspecto religioso de la suerte fue y es reflexionado por psicólogos y filósofos, principalmente, como una falacia argumentativa, inconsciente colectivo y pensamiento positivo. Las coincidencias en eventos aparentemente consecutivos en muchas personas,  provocan que crean que tienen una relación de causa-efecto, o sea que algo les sucede bueno o malo, por una acción anterior, que naturalmente no tienen ninguna relación: poner una herradura detrás de la puerta, cargar con una medalla de san Benito, usar un listón rojo; pasar por debajo de una escalera, romper un espejo, derramar sal por descuido, karma moral, etc. Como se ha mencionado. Y si eres optimista, siempre verás mejor tu suerte, aunque no sea así, ese pensamiento positivo transmuta tu actitud, que es algo bueno como se ha comprobado, mas no modifica el ambiente. Y como es de esperarse, una persona pesimista siempre relacionará sus desatinos, daños, injusticias, con una mala fortuna (sobrenatural muy probablemente). 

Los dioses, demonios, entidades sobrenaturales y elementales, intervienen en estas bendiciones o maldiciones, según nuestra devoción. Lo curioso es el caso de las poses religiosas que profesan la predestinación, como congregaciones calvinistas cristianas o chiítas islámicas, en donde se haga lo que se haga, nuestro destino final ya está escrito por Dios. La suerte aquí carece de sentido, lo que te ocurra bueno o malo, es invariante para el final que ya te fue designado, como el destino de México, que por el dedo de Dios se escribió, jaaa jeee aserejé.       

Como he repetido y sostengo, los accidentes en materia de Protección Civil, Salud Laboral y Seguridad Vial, no existen. Son eventos que se explican por impericias o negligencias, actos inseguros y situaciones inseguras; sin embargo la suerte sí existe y sí tiene qué ver con lo que nos ocurra. Cuánta gente tuvo "la mala suerte" de emprender o invertir negocios en tiempos de pandemia covitosa. Cuánta gente murió en terremotos, en tsunamis, o porque un ebrio al volante te chocó por detrás, asesinando a tus hijos que iban en el asiento trasero de tu carro. O la gente que perdió su vida o su patrimonio por el incendio o explosión en una casa vecina, o haber nacido en un cinturón de miseria de África o América Latina. Estos eventos funestos definitivamente fueron por mala suerte de los afectados, pero sí tienen una explicación de actos concatenados naturalmente, no por castigo divino o maldad demoniaca, un hechizo, un duende, un poltergeist, por romper un espejo, o no portar un talismán. En tales eventos siempre hubo detrás actos inseguros, situaciones inseguras o situaciones peligrosas, que muchas no las vemos y otras no las queremos ver, hasta que... 

En polo opuesto está la buena suerte, esos eventos que nos favorecen sin el menor esfuerzo, o muy poco: haber nacido en clase media o alta en un país de primer mundo, nacer "bello", ganar la lotería, encontrar dinero en la calle, ser asintomático ante el Covid-19, las serendipias, entre otros.

En estos casos en donde no hay casualidades, la suerte o fortuna puede definirse en otras palabras como eventos inesperados e improbables ajenos al control de una persona. En muchas más palabras, la previsión y prevención en la realización de una gestión integral de riesgos de desastres y laborales, elaborando Programas de Protección Civil en la empresa y en la casa, y Programas de Autogestión en el Trabajo, reduce y controla los riesgos, reduce las probabilidades de emergencias, siniestros o tragedias, las reduce, las controla, pero no las elimina. Tu fortuna, tu vida, también y lamentablemente dependen de las decisiones y acciones ajenas, en las que poco o nada tienes control, dependes de que ellos también trabajen en la Gestión Integral de Riesgos de su empresa, organización o casa, y si no lo hacen es probable que resultes dañado o muerto, no por ti, por pura "mala suerte".     

Finalmente, sin ánimo de menospreciar al resto de animales, pero la relación entre el lobo (el perro) y el Hombre no tiene parangón. En cada parte del mundo de manera independiente los humanos domesticaron esos lobos, como lo hicieron con otra decena de fauna, pero el lobo, el perro, es complejamente fiel y útil como ningún otro. Suerte tiene uno de tener un perro, nadie te recibe ni te despide como ellos, nadie se chiquea ni te llora como ellos; nadie daría la vida por ti como ellos. Fue una fortuna toparnos con ellos, no tanto para ellos. Y no creo que sea casualidad, suerte, que "mascota" etimológicamente signifique "amuleto".  



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