La Mente y su mantenimiento en la era del Covid-19.

Guillermo Robledo
Presidente de la Alianza de Paramédicos y Rescatistas del Estado de Guanajuato
Ex Paramédico Voluntario de Cruz Roja León
Consultor y Capacitador en Protección Civil
Primer Respondiente en la formación de Primeros Auxilios Psicológicos con Médicos Sin Fronteras, y con la SSA de Guanajuato.

Foto periódico AM León, 2008.
Aunque no era el primer muerto en mi experiencia paramédica, me hizo llorar por 3 días, sin saber por qué.

Hoy en la era del Covid-19, ya hasta aburre para muchos hablar de ello y sea lo que Dios o la Evolución mande, o peor, lo que dicte la Oligarquía mundial, según los conspiracionistas.             

                Independientemente de quién sea la mano que mese la cuna, no sobra ni es impedimento hablar nuevamente pero con mayor profundidad sobre las neurosis, la histeria colectiva, el miedo, la verminofobia, la misofobia, el pensamiento de muerte, el suicidio, las crisis nerviosas y las crisis.

                Una crisis no aparece por arte de magia, ni de la noche a la mañana, ni por un descuido, ni por un accidente, NO. Aunque las crisis puedan parecer inadvertidas para la gran mayoría, y para otros muchos se ignoren adrede o por subestimación los signos, síntomas o los índices de sospecha que advierten una inminente crisis, lo cierto es que son provocadas por un serie de errores y/o acciones intencionadas en un periodo muy largo de tiempo, dependiendo en dónde ocurra la crisis, esas acciones equivocadas o deliberadas pueden llevar desde meses hasta años, hasta que tocan precisamente el fondo, llamado “crisis”. Un divorcio, un despido, una bancarrota, la violencia imparable, un sistema sanitario sobrepasado o colapsado, etcétera; tuvieron sus signos o augurios en meses o años, y el problema en muchos de ellos, es que no los quisieron ver, pues varias señales eran totalmente evidentes. Lo mejor para todos como esperan los psicólogos en general, es la resiliencia o sublimación por parte de los afectados, o sea, la superación positiva de esa crisis o desastre, lamentablemente no ocurre así en la mayoría de los casos, deviene definitivamente la separación de forma agresiva, adicciones, suicidios. Muchos hemos cerrado los ojos cada noche esperando todo se resuelva en la mañana, y no, nunca sucede.

                Si hemos tenido una pandemia que contrajo crisis económica y sanitaria, por lo anterior, no ha sido por motivos inmediatos, ni siquiera de decisiones de últimos meses, si no de años, lustros atrás: la subestimación de la Higiene, del Autocuidado, de los Planes de Contingencias  y la Medicina Preventiva, o peor, ¿fue premeditado? Las crisis de manera inherente conllevan ansiedad, depresión, estrés, neurosis en una palabra, que no son fortuitas, ¡es una crisis! Por definición. El miedo y la histeria eran inevitables por acepción al ser mundial, el problema espurio ha sido el miedo artificial que sin apuntar sospechosos, inyectó miedo de más, afectando gravemente la economía de millones de personas, la mortalidad, sin ánimo de menosprecio, no ha sido tan grave como los daños colaterales que contrajo la enfermedad. Se lamentan los muertos, pero personal y profesionalmente no más que los ocurridos por la violencia, la Diabetes, las cardiopatías, el cáncer, el suicidio, o la malaria, cuyos números son hasta hoy, inconmensurables contra los del Sars-Cov-2. Es irónico que los colegas médicos, enfermería y paramédicos nos hemos burlado de los “peachitos” (PH = paciente histérico), y cientos de ellos transiten por ese estado. El estrés y la ansiedad son naturales, y en los colegas hospitalarios que enfrentan el Covid-19, es normal; pero muchos hemos sido testigos que cientos de ellos fueron más lejos, y se convirtieron en vectores del miedo, que mata más que quien debe asesinar.

                A casi ocho meses de haberse implementado la norma oficial 035-STPS-2018 sobre los riesgos laborales psicosociales, y de la Objeción de Conciencia legislada en Nuevo León (art. 10 bis de la Ley General de Salud) que permite al personal médico y de enfermería negar la atención a un paciente, si dicho procedimiento va en contra de su ética personal; hoy en esta era coronavirus, invoco dos hechos que atestiguo subestiman la atención psicológica de rutina y la intervención en crisis para el personal sanitario y de emergencias:

1)       La ONG Médicos Sin Fronteras según cuenta su propio personal y que puede ser verificado en su página Web, remontan su origen al Comité Internacional de la Cruz Roja, de donde parte de sus fundadores fueron integrantes. El motivo de su separación del CICR y fundación de una organización independiente, fueron los Principios Fundamentales de la Cruz Roja, sobre todo la neutralidad, aunque irónicamente siga formando parte de los Principios de MSF. Todo personal de la Cruz Roja y Media Luna Roja en todo el mundo presta su ayuda de manera humanitaria, imparcial y neutral, es decir, no forma partido ni se ocupa en denunciar a los malos, se concentra exclusivamente en ayudar a las víctimas, sean quien sean. En aquella ocasión, los 70s del SXX, personal del CICR siendo testigos de actos de Lesa Humanidad, no pudieron resistir denunciar públicamente el genocidio, en contra de los Principios Fundamentales de la Cruz Roja. Personalmente ambas instituciones son apoteósicas e incuestionables en sus principios. Si denuncian que bien, si no, que bien también.

Esta historia evoca la crisis psicológica y ética por la que atraviesa el personal de la Salud y de emergencias en sus lugares de trabajo, que reclama a gritos chequeos psicológicos de rutina y por supuesto de la intervención en crisis, cuando el personal trabaja bajo presión en ambientes hostiles.

2)       Al menos los Técnicos en Atención Prehospitalaria o equivalentes, llamados popularmente “paramédicos”, y quiero creer que también los cuerpos de bomberos, policías, y soldados, sobre todo, que por formación están expuestos a escenarios lúgubres y violentos, es tema de capacitación las reuniones y citas psicológicas ordinarias y extraordinarias debido precisamente a las neurosis inmanentes de su labor, a parte de su vida personal. Soy testigo desde 2006 que me formé como paramédico, que al menos en los colegas y corporaciones que conozco de servicio de ambulancia y hospitales, nunca se ha llevado a cabo el chequeo sicológico de rutina, ni después de eventos aciagos.

Por estas cuatro razones, la norma, la ley, MSF y el tema de curso, echándole limón a la herida, recordando que el suicidio es una de las primeras 3 causas de muerte en todo el mundo entre los 15 a los 45 años, y porcentaje de ellos son personal médico y de emergencias. Dando fe que el Estado y sus gobiernos de sus 3 órdenes han sido negligentes con su propio personal sanitario y de emergencias, que abonan otra prueba a la reprobada Medicina Preventiva, al subestimar la salud mental de nuestros compañeros. Aquí en Guanajuato solo entre colegas sabemos sobre suicidios de compañeros que se evita divulgar en medios de comunicación, como causa de muerte. No son cientos de suicidios, ni siquiera representan un porcentaje “preocupante”, pero aunque no haya muerto alguno por esa causa, así como los extintores, no importa si nunca los usamos, la mente ocupa mantenimiento, la atención psicológica de rutina y extraordinaria tiene que existir y de manera obligatoria en todo personal médico, enfermería, paramédico, trabajo social, policías, bomberos, para que ninguno, ninguno muera solo.

 

Salud total y que todo sea para bien.



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